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Espacios Naturales de Cuenca

Parque Natural "El Hosquillo"

En pleno corazón de la Serranía Alta de Cuenca encontramos "El Hosquillo", valle de gran belleza donde encuentran cobijo numerosas especies de nuestra fauna. Este espacio fue creado el 22 de octubre de 1964 como Parque Cinegético Experimental, siendo su función principal de de actuar como granja cinegética para repoblar acotados de caza con especies como el ciervo, gamo, cabra montés, corzo, muflón y jabalí.

A partir del 1 de Julio de 1966 empieza a depender de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

El nombre de "El Hosquillo" se debe a su orografía hosca y de difícil acceso, cubierta por una densa vegetación. Su extensión es de 910 Ha. propiedad del Excmo. Ayuntamiento de Cuenca.

Posee diferentes ecosistemas: desde los altos riscos que cierran el valle y donde anidan importantes especies de aves rapaces protegidas: águila real, halcón peregrino, buitre leonado, búho real ...hasta el abundante pinar de la Serranía, o los ríos Escabas y de las Truchas en los que habitan la trucha común y la nutria.

La vegetación es también componente principal de "El Hosquillo", alberga especies como el pino albar, el pino negral, el quejigo, el boj, la aliaga, el tejo, el acebo, el sauce, chopo, avellano, álamo temblón,...

El acceso a este parque se realiza en visitas guiadas, permitiéndose la entrada a un máximo de 50 personas por turno, de centros docentes y asociaciones durante los días laborables y particulares en fines de semana. Los grupos particulares no podrán ser superiores a 10 personas.

Para solicitar la correspondiente autorización pueden dirigirse a: DELEGACIÓN PROVINCIAL DE AGRICULTURA Y MEDIO AMBIENTE C/Colón, 2 16071 - Cuenca Tfno: 969178300

Nacimiento del Río Cuervo

Junto a Vega del Codorno y a 80 Kms.de Cuenca, adentrándose en la sierra encontramos unos de los más atractivos parajes conquenses, donde el Río Cuervo, junto a su nacimiento, precipita sus aguas que van a despeñarse desde altas cornisas dando lugar a formaciones caprichosas de una belleza espectacular. Para llegar hasta el nacimiento del río, el viajero desde Cuenca debe tomar la carretera que sigue la Hoz del Júcar y se adentra en la Serranía.

A medida que accedemos a la serranía nos sorprenden interesantes paisajes y pueblos: Villalba de la Sierra, Uña, Huélamo y Tragacete. Cualquiera de ellos merece un alto en el camino. Algunos de origen medieval, conservan edificios históricos y siempre enclavados en lugares estratégicos, con un entorno de bellos paisajes. Pasado Tragacete, a 12 Kms. se accede al Nacimiento del Rio Cuervo.

Una vez allí el viajero se verá sorprendido por la agradable infraestructura de sus instalaciones, restaurantes, campigns, explanadas, etc, situadas junto al propio río. Para llegar al nacimiento es necesario remontar a pie los senderos de tierra marcados, que siguien paralelos en sentido contrario al curso del río, pasando a través de las regueras, preciosas cascadas por donde se despeña el agua. Algo más arraiba, la senda nos lleva hasta le mismo nacimiento. En una silenciosa gruta donde el agua brota a borbotones por una rendija lateral de la roca, encontramos por fin el manantial del Río Cuervo.

Ciudad Encantada

El río Júcar, a su paso entre Uña y Villalba de la Sierra, forma un gigantesco e impresionante cañón. Es aquí, a casi 1.500 m. de altitud, donde la naturaleza se ha permitido uno de esos caprichos que llenan siempre de pasmo al viajero: La Ciudad Encantada, declarada sitio Natural de Interés Nacional.

Estos fenómenos geológicos, mundialmente conocidos, son formaciones rocosas literalmente esculpidas por la acción del agua, el viento y el hielo, que al erosionar durante siglos las rocas, ha conseguido modelar figuras humanas, objetos, animales, con una precisión difícil de entender, hasta conseguir una ciudad delirante, una ciudad que parece dormida de algún hechizo misterioso. Es la diferente dureza y composición de las rocas, lo que ha hecho posible la formación de esculturas de la Ciudad Encantada. Efectivamente, éstas en su parte superior, de un color grisáceo, son dolomías (calizas magnesíferas pobres en cal) y en la parte inferior, de tono rojizo, calizas margosas, con menor magnesio y menor resistencia a la erosión.

Caminando por la Ciudad Encantada se crea la ilusión de hacerlo por una ciudad ciclópea y laberíntica, con sus calles y plazas, altos edificios, puentes romanos, puertas góticas, monolitos, bosquecillos e incluso grandes barcos erguidos sobre sus quillas. A la entrada, y enterrado hasta los hombros, asoma una enorme cabeza de gigante, como permanente centinela.

El itineraro está señalizado y tituladas las formaciones, aunque en realidad el visitante encontrará de inmediato el parecido: los Barcos, el Perro, el Mar de Piedra, el Elefante,... un sinfín de sorpresas que la naturaleza nos regala, que hacen las delicias de los mayores y alimentan los sueños de los pequeños. El entorno de la Ciudad Encantada también nos resulta mágico. La vegetación, espléndida, formada por quejigos, sabinas, enebros, boj, zarzamoras,... Los rebaños de ovejas pastan por los alrededores rompiendo el silencio con el sonido de sus esquilas, y en el aire siempre flota un perfume de romero, tomillo y mejorana

Callejones de las Majadas

Los Callejones de Las Majadas tienen el mismo origen y un gran parecido con la Ciudad Encantada, sin embargo los primeros conforman una ciudad más lineal y de menores proporciones, aunque también de gran belleza. Pueden hacerse dos circuitos. El primero cuenta también con su Centinela y su impresionante Mar de Piedra, así como multitud de figuras perfectamente definidas. En el segundo, las callejuelas forman una especie de pequeño laberinto de plazas, tormos, arcos y puentes.

Merece la pena visitar a pocos minutos de Los Callejones, un templete natural sostenido por cuatro columnas que parece un gigantesco dolmen de una sola pieza y acercarse a algún mirador sobre el cañón del Júcar.

Torcas de los Palancares

  • Número total de torcas 30
  • La más extensa Torca Larga (10,27 hectáreas, equivalente a veinte campos de fútbol)
  • La más reducida Torca de la Novia (0,355 hectáreas)
  • La más profunda Torca de las Colmenas (90,93 metros de altua entre sus cotas, equivalente a un edifico de 30 pisos)
  • La más llana Torca Llanilla (16,82 metros de profundidad)
  • Las más escarpadas e inaccesibles Torca del Lobo y Torca de la Novia (con sus muros verticales de roca)

Los procesos que originaron su formación son muy interesantes, ya que comenzaron a raíz de la última regresión del Mar de Theis, antiguo mar mediterráneo, cuyo borde más occidental se encontraba situado en ésta zona de la serranía de Cuenca. En el periodo Turonense, hace aproximadamente 80 millones de años, el mar comenzó a retroceder definitivamente después de varios avances sucesivos que tuvieron lugar con anterioridad, en la era Mesozoica. A partir de ese momento, y gracias a un clima favorable y a la acción de aguas carbónicas en las rocas calizas, muy solubles, las zonas de drenaje favorecieron la disolución de éstas en direcciones de fractura favorable, llamadas diaclasas que permitieron los hundimientos del terreno.

Las Torcas se encuentran en el Monte de los Palancares, catalogado de utilidad pública, muy cerca de la ciudad de Cuenca. En realidad son un curiosísimo conjunto de hundimientos del terreno, que se extienden desde la Torca del Medio Celemín hasta la Torca del Tío Señas. Es posible acercarse en vehículo hasta la Torca del Agua y a las del Torcazo, Torquete y Torca de la Novia. Hasta las demás es necesario seguir a pie, mereciendo especialmente una visita la Torca del Lobo, sin lugar a dudas la más bella del conjunto.

La riqueza del suelo del fondo de las Torcas y las favorables condiciones de microclima propias de la zona, han dado como resultado una abundante vegetación de pinos, robles, avellanos, sauces, arces, tejos y otras especies. Muy cerca de la Torca de la Novia se encuentran dos árboles centenarios, de enormes dimensiones y portes magníficos. Son de la especie pinus nigra -pinus laricio o negral- y son muy populares entre los conquenses, que les conocen por pino abuelo y candelabro

Lagunas de Cañada del Hoyo

El viajero encontrará las Lagunas de Cañada siguiendo la Pista Forestal en dirección a Cañada del Hoyo. Originadas por el mismo fenómeno que las torcas, las lagunas se formaron al topar el hundimiento con un acuífero sobre una capa de terreno impermeable, de forma que el lecho de la torca queda cubierto de agua.

La Laguna del Tejo, de una belleza ecpectacular, cambia de tonalidad desde el blanco lechoso a una transparencia de cristal, prediciendo la llegada de los fuertes calores del verano. Ello se debe a la intensa actividad de los microorganismos acuáticos, y a fenŽmenos de precipitaciones carbonatadas. No obstante el acuífero es un compartimento estanco, de renovaciñon no conocida, de manera que cualquier vertido exterior o alteración degradatoria puede permanecer durante varias decenas de años, tal vez más, lo que hace el deterioro practicamente irreversible; por ello es muy importante proteger esas singulares lagunas, ya que fenómenos geológicos de este tipo son patrimimonio del mundo.

Hoces del Cabriel

En dirección a Minglanilla, población cercana el embalse de Contreras y en cuyo término municipal se hallan paisajes de gran belleza al río Cabriel, se encuentra la Reserva Natural de las Hoces del Cabriel.

En ella se distinguen 3 tipos de vegetación: bosque mediterráneo, vegetación de roquedales y del margen del río; conjunto de notable biodiversidad, en la que cabe destacar la presencia de nutrias, gatos monteses, diversos mustélidos, cabras montesas, águilas reales, halcones peregrinos, buhos reales, etc. Más información en la web de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Villar del Humo

Por medio de figuras que van desde el naturalismo más puro hasta un esquematismo impresionante, el arte rupestre plasmado en los abrigos rocosos de Villar del Humo representa uno de los focos culturales más interesantes de la península. está catalogado en el segundo de los tres estilos muy diferentes en que se divide el arte prehistórico, la pintura parietal levantina, única de sus características en el arte prehistórico universal.

El estilo de arte rupestre levantino se distingue por sus recurrentes escenas de caza con hombres y animales así como por su localización en cuevas de escasa profundidad y en rocosas paredes verticales, en la parte más alta de barrancos y farallones, casi siempre lugares de bastante difícil acceso.En cuanto a su naturaleza y significación, la mayor parte de los autores sostienen que el arte rupestre levantino tiene un valor esencialmente religioso o mágico. La magia de la caza convertiría los abrigos en santuarios, lo que explica el hecho de que multitud de lugares mucho más aptos de más fácil acceso para pintar no fuesen utilizados. La proximidad de varios abrigos en una distancia mínima resulta sintomático de su sentido como santuario. Las escenas del complejo rupestre de Villar del Humo se centran sobre todo en la representación de animales propios de la zona: ciervos, cápridos, bóvidos y jabalíes.

El arma más preste es el arco, aunque sólamente en tres casos aparece la figura del arquero en actitud de disparar, lo que confiere a las escenas un carácter más simbólico que narrativo. Es un dato a señalar que la figura del toro también está representada con una gran precisión naturalista. En cuanto al paraje que rodea el núcleo de Villar del Humo se puede afirmar que es indescriptible. Sus formaciones orográficas, así como las de los términos de Boniches y Pajaroncillo, forman la llamada sierra de las Cuerdas, pequeña estribación poco definida en los mapas, situada en la rama castellana del Sistema Ibérico, en la Serranía de Cuenca.

Las formas singulares en que la erosión ha tallado las rocas rodenas, los abundantes bosques de pinos, las Hoces del río Cabriel y la senda que, desde la localidad de Villar del Humo cruza el río Mesto, nos adentra en un mundo de frondosa belleza. El monstruo rocoso de la Peña del Escrito, los Recueros, semejantes a esculturas modernistas; la imponente Torre Balbina, incomparable a ninguna otra composición rocosa en magnificencia, y el más hermoso de los centinelas de piedra que vigilan este particular tesoro.

 
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